Cuando Cristobal Colón descubrió América él y toda su tripulación -¡ingenuos ellos!- estaban plenamente convencidos de haber llegado a Las Indias. El ovillo juguetón de la historia se devana en torno a este tipo de deslices y confusiones: personas que llegan a un sitio pensando que están en otro, que no saben en dónde están, que se pierden directamente sin hallar el camino de vuelta a casa, y si no que le pregunten a Marco Polo...
Hoy en día, gracias a las herramientas que nos sirven en bandeja las tecnologías, a internet y a los mapas de información y, como es obvio, a la fusión de ambos, sería impensable incurrir en esos errores de cálculo que tantas y tantas risas (y no pocos quebraderos de cabeza) han provocado en los historiadores, geógrafos, cronistas y demás fuerzas vivas de la época.
Cuando uno, pijama puesto y taza de café en mano, se lanza a navegar por las aguas abisales y procelosas del océano de internet, atraviesa penínsulas e islotes, continentes y países, pero no siempre sabe dónde está. Desconoce coordenadas y paralelos y meridianos. Incluso hemisferios. Llegamos a un sitio, tocamos a la puerta y entramos, montamos nuestro tinglado con las mayores comodidades posibles, pero no tenemos ni idea de dónde nos encontramos. Comala, algún remoto poblado del Polo Norte, bosques australianos, La Antártida, quién sabe. También puede sucedernos que sepamos el nombre del lugar pero no sepamos ubicarlo en el globo terráqueo lo que quizá nos provoque mayor angustia y desamparo.
Es por esta razón que los mapas de información son de una grandísima utilidad. El leer una noticia en un blog o en un periódico y el poder conocer al instante –con tan sólo un click de ratón– dónde se desarrolla ésta, en qué sitio y en qué lugar, su marco geográfico, cultural y socioeconómico, es algo de enorme ayuda y utilidad para el intrépido navegante, algo así como una buena brújula, un astrolabio y un mapa de rutas, o, mejor aún, un moderno navegador GPS de ultimísima generación, sazonado con todo tipo de aplicaciones.
Los mapas de información constituyen, por tanto, un avance fundamental en nuestra forma de interactuar con la red y casi te permiten aquel sueño que comparten muchos desde la noche de los tiempos: eliminar barreras acercando distancias y, por ende, culturas y tradiciones, consiguiendo así un mayor entendimiento entre los pueblos, una especie de Pangea digital en donde los problemas de cada uno los sintamos como parte de todos.