Uno de los mejores y más útiles inventos de los últimos años es sin duda alguna ese cacharrito que conocemos por el nombre de GPS.
Hasta hace poco te montabas en un taxi y era frecuente que el taxista no supiera muy bien cómo llegar hasta el sitio que tú le indicabas. Lo peor es que muchas veces tú tampoco sabías hacerlo, por las razones que fueran, y el taxi venga a dar vueltas, a recorrer las mismas calles una y otra vez, como un Minotauro en su laberinto, y la tarifa del taxímetro aumentando para desesperación de tu bolsillo…
El GPS (Global Positioning System: sistema de posicionamiento global) nos ahorra todas estas molestias y algunas otras. Mediante una red de satélites y una serie de Mapas de Información que se encuentran dentro de la memoria del aparato, podemos ir a cualquier sitio sin miedo a perdernos.
Elegimos el destino y el GPS –es importante que esté correctamente actualizado– mediante gráficos que aparecen en su pantalla y una voz a la que le podemos cambiar el timbre o el volumen, se encargarán de irnos guiando hasta él por el camino más corto posible.
Es una herramienta avanzada pero de muy fácil uso, revolucionara en el campo de las comunicaciones y de la información. No sólo los coches tienen GPS; de sus ventajas también se benefician todos los otros medios de transporte y algunos de nuestros teléfonos móviles, que lo utilizan gracias al bluetooth o que ya viene directamente incorporado con software Linux.
Por Lorenzo Rodríguez.
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